martes, 15 de marzo de 2011

Pixelando los huevecillos

Una noche de madrugada, después de trabajar (por sorpresa) en un especial sobre la catástrofe de Japón emitido en televisión y tras ver por enésima vez las sobrecogedoras imágenes y noticias que todos conocemos, regreso a casa. En ese ambiente hogareño me relajo con facilidad, me veo un capítulo de Aída y me dispongo a dormir. Hasta ahora una rutinaria noche más antes de meterme a la cama. Pero cuál es mi sorpresa cuando justo antes de apagar la tele empiezan a emitir en eso de la TDT un programa surgido de la semilla plantada por Callejeros. En este caso se trataba de un programa que contaba historias que suceden por las noches y no conocemos el resto de la ignorante masa, es decir, lo más morboso del show de Cuatro: fiestas, drogas, perversiones y demás varietés. Entre otras cosas pasaban la noche con una Ama del sado y su séquito de esclavos. Curioso, o al menos eso pensó alguno de mis hemisferios cerebrales. Ambientes oscuros, cuero, fustas, máscaras por doquier y, como no, oportunos pixelados en las zonas pudientes; nada nuevo bajo el sol. En una entrevista a uno de los esclavos la cámara baja "casualmente" un poco más de la cuenta y deja ver el inicio de lo que será una noche prometedora, o al menos eso parecía opinar la entrepierna del susodicho. ¿Se les olvidó pixelarlo? no pasa nada, les perdoné porque sé que un desliz lo tiene cualquiera.

Durante el inicio del reportaje la Ama cuenta cómo conoció a sus esclavos y pequeños entresijos del mundo del sado. Entre ellos hay uno con una careta de cuero en forma de hocico y que hará el papel de perro. Es interesante ver diferentes formas de disfrutar el sexo, en este caso desde la sumisión. De pronto alguien saca un gancho, enorme, como para colgar media ternera en el expositor de una carnicería. La única diferencia está en su extremo, que en vez de ser puntiagudo acaba en una brillante bola. Los más picarones ya os imagináis dónde va a ir a a parar ese gancho. Exactamente. La reportera, intentando expresar naturalidad suelta un: "¿se lo vas a introducir en el ano?". Y dicho y hecho. Y aquí viene la parte importante de la historia y por la que has aguantado estos dos párrafos leyéndome. Después de ver discretos pixeles durante todo el reportaje me ponen a ese esclavo a cuatro patas, con todo el trasero a la vista y bien a la vista, con un pequeño círculo difuminando los huevecillos que le colgaban entre las piernas y... bueno, os imagináis el resto, penetrado por un gancho atado a su vez a través de una cadena a la pared. Y sin ningún tipo de pixel más allá de ese pequeño circulo tapando lo que cuelga. Por si acaso tenéis alguna duda fijaos en este dibujo que aunque un poco gráfico creedme, es necesario para entender mi estupor. ¿Pero qué criterio han seguido para decidir tapar una cosa u otra?

Personalmente creo que a ciertas horas de la noche, si presentas un reportaje de sado tienes dos opciones: o eres discreto y evitas determinados planos o te tiras a la piscina y que el espectador decida si quiere o no quiere verlo. El que se detiene ante este tipo de reportajes sabe lo que va a ver y si le apetece verlo. Pero el juego de la doble moral, si además lo haces tan evidente como lo que yo vi esa noche, no hace nada más que dejarte en ridículo.

Es curioso ver cómo se pueden emitir violentas imágenes a cualquier hora del día en informativos en aras de la libertad de información. Totalmente vacías de contenido o extremadamente reiterativas en busca de la audiencia. Lo que es noticia no va a dejar de serlo porque no veamos a un pobre hombre dentro de su coche arrastrado por la corriente y esperando el peor de los desenlaces, o porque nos enseñes el charco de sangre dónde yació la víctima. Quiero decir, la noticia es la misma y aunque la tele es imagen y siempre debe haber algo que acompañe a las palabras, podemos seleccionar esas imágenes.

No se trata de una crítica, entiendo el negocio y sé que hay un mando para elegir canal e incluso un botón de apagado. Nunca he pensado que la televisión deba ser un referente educativo ni moral. Aplaudo la pluralidad de ideas aunque no me apasionen todas las ideas surgidas de esa pluralidad. De todo y para todos los gustos como decía aquel. Sólo se trata de una reflexión surgida tras ver ese penetrante gancho esquivar los ataques del pixel y pensar en todas las contradicciones de ese doble rasero que es la ética periodística de muchos medios. ¡Abajo el pixel!