martes, 12 de julio de 2011

Cuando un parado ama Seriesyonkis

No voy a decir que prefiero haberme quedado sin trabajo ahora en veranito que en invierno, pero aún así, son muchas horas ociosas. La verdad que quedarse en paro es para cualquiera una faena. Sin trabajo, sin dinero, sin rutina, mucho tiempo en casa. Y esto me ha llevado a pensar que quizá el creador de Seriesyonkis era un parado más. Ni Epi con Blas ni Alaska con Mario (Olvi y Marito para los amigos). Si existe un vínculo irrompible en este planeta es el del parado con esta web azote de Ministras de Cultura y guionistas a tiempo parcial.

A pesar de que cada vez la publicidad sea más abasalladora (seguro que no soy el único que cierra la ventana antes de que se cargue el anuncio), la cantidad de series y opciones de visionado que ofrece la sitúa aún hoy como una de las mejores webs de series online. Y con tanto tiempo libre es hora de verlas todas. Desde los nuevos estrenos, pasando por las de siempre, y sin olvidar algún paseo por el lado más nostálgico y freak: La Superabuela, Bioman, Fraguel Rock, etc.

Aunque cierto es que en esta época de sol no suele haber mucha novedad (a ver qué acaba pasando con la invasión extraterrestre de Falling Skies de Spielberg que parece que promete más de lo que al final fue la descafeinada The Walking Dead), pues eso, como no hay mucha novedad he decidido meterme en mi carpeta de Asuntos Pendientes y ponerme con True Blood a ver si me flipa tanto como a todo el mundo y, sobre todo, Juego de Tronos, de la que llevo la mitad y considero altamente recomendable para los amantes de las historias de espadas y reinos lejanos y misteriosos. ¿Y Pretty Little Liars (Pequeñas Mentirosas)? He visto poco pero puede darme una grata sorpresa. Trata de 4 amigas implicadas de alguna manera en la desaparición de otra amiga el año anterior. Misterio con un poco de terror dicen... ya os contaré.

Si veo que necesito más quizá retome Weeds... el problema es que no recuerdo en qué capítulo me quedé... ¿A quién no le ha pasado esto alguna vez?

miércoles, 20 de abril de 2011

Scream

Y es hora de ponerse serio. Como habréis notado vosotros, los más de 100.000 lectores de mi blog, ésta vez el título de esta entrada es directo, sin dobles sentidos, pero eso es porque hay cosas con las que no se juegan.

Un 10 de Abril de 1997 (no es que sea tan friki, lo acabo de mirar en Google) fui al cine a ver Scream: Vigila quién llama. Tenía 16 años y no hacía mucho que empezaba a ir todos los viernes al cine con un colega de clase, para más señas: Gonzalo Santamaría. Y qué puedo decir... me encantó (la peli, no Gonzalo). Recuerdo perfectamente llegar a casa donde mi madre estaba planchando y contarle que me había gustado mucho la película. En ese momento dan el trailer en la tele, el cual yo no había visto: "No contestes al teléfono, no abras la puerta, no intentes esconderte. Scream, vigila quién llama." Al lunes siguiente se lo conté a otros compañeros y a partir de ahí empezó mi etapa friki con el cine de terror adolescente, o más correctamente scary movie o slasher. Por aquel entonces y aprovechando el tirón de Scream, se estrenaron varias películas similares que aún conservaban cierto encanto: Sé lo que hicistéis el último verano, Leyenda Urbana, Destino Final o Halloween H20. Se había confirmado, me encantaba el cine de terror.

Las referencias cinéfilas de la película me llevaron a ver otros clásicos (Sí, clásicos. ¿Qué pasa?) como La Matanza de Texas, Halloween, Psicosis, Viernes 13, Crimen Perfecto, Las colinas tienen ojos... Más mayor y pasado mi furor adolescente por la saga Scream intenté que mi tesis de final de carrera tratara este tipo de cine, algo del estilo "El slasher y su relación con la cultura norteamericana". Ese soy yo...

Y el año pasado, tras muchos rumores Neve Campbell-Sidney Prescott confirma que acepta participar en la cuarta parte. Así inicia el rodaje que nos lleva al día de hoy, el estreno de Scream 4 en España. Y aprovechando la final de la Copa del Rey me he ido al cine como un niño a ver un espectáculo de los Lunnis. Y quizá os suene esto pero qué puedo decir... me ha encantado. Vale que no es una película perfecta y vale que estábamos rodeados de gente que hablaba como si estuvieran en el salón de su casa, pero para mi ha sido un placer reencontrarme con ese adolescente al que le llevo casi catorce años.  No tengas miedo, no voy a contar absolutamente nada del argumento. El esperado prólogo inicial carácterístico de la trilogía es cuánto menos sorprendente, retomando la ironía cinematográfica bien plasmada en la película original y que fue transformándose hasta llegar al delirio cine-dentro-de-cine de la tercera entrega. Los nuevos protagonistas se abren paso entre los antiguos que no han perdido su encanto, de hecho, Neve Campbell tiene exactamente los mismos gestos en todas sus películas, pero no en las de Scream sólo, en todas. No se ha desprendido de Julia Salinger de los Cinco en Familia. Y eso que me encanta como indiscutible scream queen de los últimos 14 años. Os meto un link de Caipirinhas genial sobre esta chica, una web que si no conoceis no sé a qué estáis esperando. Las abundantes escenas con Ghostface tienen un pequeñísimo punto de gore para no quedar demasiado desactualizado, pero que nadie se asuste, sigue siendo un terror descafeinado para nada comparable con la otra moda iniciada por Saw. Vuelven las referencias cinéfilas al género, pero trayéndolas al nuevo público del 2011: redes sociales, iphones y demás. Y olvidamos a ese Scream 3 con mucha pistola y poco cuchillo, mucha investigación policial y poco terror para volver al clásico barrio atemorizado por un asesino psicópata que tanto nos gusta. A ver qué os parece a vosotros el final. A mi, cómo os podéis imáginar, qué puedo decir... me ha encantado.

Pensé que no nunca volvería a decir ésto pero allá va: cuando la saquen en dvd, LA COMPRARÉ.

martes, 15 de marzo de 2011

Pixelando los huevecillos

Una noche de madrugada, después de trabajar (por sorpresa) en un especial sobre la catástrofe de Japón emitido en televisión y tras ver por enésima vez las sobrecogedoras imágenes y noticias que todos conocemos, regreso a casa. En ese ambiente hogareño me relajo con facilidad, me veo un capítulo de Aída y me dispongo a dormir. Hasta ahora una rutinaria noche más antes de meterme a la cama. Pero cuál es mi sorpresa cuando justo antes de apagar la tele empiezan a emitir en eso de la TDT un programa surgido de la semilla plantada por Callejeros. En este caso se trataba de un programa que contaba historias que suceden por las noches y no conocemos el resto de la ignorante masa, es decir, lo más morboso del show de Cuatro: fiestas, drogas, perversiones y demás varietés. Entre otras cosas pasaban la noche con una Ama del sado y su séquito de esclavos. Curioso, o al menos eso pensó alguno de mis hemisferios cerebrales. Ambientes oscuros, cuero, fustas, máscaras por doquier y, como no, oportunos pixelados en las zonas pudientes; nada nuevo bajo el sol. En una entrevista a uno de los esclavos la cámara baja "casualmente" un poco más de la cuenta y deja ver el inicio de lo que será una noche prometedora, o al menos eso parecía opinar la entrepierna del susodicho. ¿Se les olvidó pixelarlo? no pasa nada, les perdoné porque sé que un desliz lo tiene cualquiera.

Durante el inicio del reportaje la Ama cuenta cómo conoció a sus esclavos y pequeños entresijos del mundo del sado. Entre ellos hay uno con una careta de cuero en forma de hocico y que hará el papel de perro. Es interesante ver diferentes formas de disfrutar el sexo, en este caso desde la sumisión. De pronto alguien saca un gancho, enorme, como para colgar media ternera en el expositor de una carnicería. La única diferencia está en su extremo, que en vez de ser puntiagudo acaba en una brillante bola. Los más picarones ya os imagináis dónde va a ir a a parar ese gancho. Exactamente. La reportera, intentando expresar naturalidad suelta un: "¿se lo vas a introducir en el ano?". Y dicho y hecho. Y aquí viene la parte importante de la historia y por la que has aguantado estos dos párrafos leyéndome. Después de ver discretos pixeles durante todo el reportaje me ponen a ese esclavo a cuatro patas, con todo el trasero a la vista y bien a la vista, con un pequeño círculo difuminando los huevecillos que le colgaban entre las piernas y... bueno, os imagináis el resto, penetrado por un gancho atado a su vez a través de una cadena a la pared. Y sin ningún tipo de pixel más allá de ese pequeño circulo tapando lo que cuelga. Por si acaso tenéis alguna duda fijaos en este dibujo que aunque un poco gráfico creedme, es necesario para entender mi estupor. ¿Pero qué criterio han seguido para decidir tapar una cosa u otra?

Personalmente creo que a ciertas horas de la noche, si presentas un reportaje de sado tienes dos opciones: o eres discreto y evitas determinados planos o te tiras a la piscina y que el espectador decida si quiere o no quiere verlo. El que se detiene ante este tipo de reportajes sabe lo que va a ver y si le apetece verlo. Pero el juego de la doble moral, si además lo haces tan evidente como lo que yo vi esa noche, no hace nada más que dejarte en ridículo.

Es curioso ver cómo se pueden emitir violentas imágenes a cualquier hora del día en informativos en aras de la libertad de información. Totalmente vacías de contenido o extremadamente reiterativas en busca de la audiencia. Lo que es noticia no va a dejar de serlo porque no veamos a un pobre hombre dentro de su coche arrastrado por la corriente y esperando el peor de los desenlaces, o porque nos enseñes el charco de sangre dónde yació la víctima. Quiero decir, la noticia es la misma y aunque la tele es imagen y siempre debe haber algo que acompañe a las palabras, podemos seleccionar esas imágenes.

No se trata de una crítica, entiendo el negocio y sé que hay un mando para elegir canal e incluso un botón de apagado. Nunca he pensado que la televisión deba ser un referente educativo ni moral. Aplaudo la pluralidad de ideas aunque no me apasionen todas las ideas surgidas de esa pluralidad. De todo y para todos los gustos como decía aquel. Sólo se trata de una reflexión surgida tras ver ese penetrante gancho esquivar los ataques del pixel y pensar en todas las contradicciones de ese doble rasero que es la ética periodística de muchos medios. ¡Abajo el pixel!